jueves, 7 de diciembre de 2017

MADRE! (2017)


Cuando ves el titulo de esta cinta no sabes muy bien a que irá
referido, siendo un nombre tan significativo y llamativo como abarcable pero durante el desarrollo de la misma te das cuenta enseguida de lo que realmente quiere transmitir este director de extremos, cuya estética visual elegante siempre choca con lo más duro y desgarrador de sus historias y en este caso se atreve a hablarnos sobre la creación, pero no la de la raza humana sino aquella que da vida, una madre, que bajo este sustantivo pretende hacer una alegoría sobre la fama, el éxito y el proceso creativo por medio de un escritor, interpretado por un Barden rudo y a la vez calmado, en pleno proceso de creación literaria en una casa aún por construir en la que solo está apuntalada a falta de pulir. Para este menester está su esposa, musa inspiradora del artista que con su frágil y sosegada ,cual diosa clásica, dedica todo su tiempo a su marido y a esa nueva casa que esta por construir llenado el espacio cinematográfico de símbolos tanto graficos como escritos.




El juego de metáforas es constante aunque facilmente entendibles, el comienzo es brillante, tan absorbente que no deja descanso al espectador, sucediendose todo de manera acelerada y sin poder evitarlo. La paz del matrimonio, recluido en esa casa de campo idílica, poco a poco se va convirtiendo en pesadilla, pero no terrorífica aunque en un inicio la película tiene ese aire que Polansky impregnó en una de las obras fundamentales del terror como es La Semilla del Diablo, donde la casa juega un papel fundamental en la que secreta y casualmente acuden un sin fin de personajes justo cuando ella se queda embarazada, la referencia es clarisima pero Aronofsky la utiliza para su propio beneficio y descolocar al espectador llevándolo por los caminos que el pretende.

Todo empezará a derrumbarse cuando un extraño entra en su casa y comienza a formar parte de sus vidas de manera repentina, un viejo doctor interpretado por un gran Ed Harris (Las Horas, El Show de Thruman) se asentará en la vida del matrimonio, al que le seguirá su incomoda y agria esposa que da vida una Michelle Pfeiffer recuperada filmicamente pero quizás con un personaje tan tosco para lo dulce que suele ser ella, provocando los miedos e inseguridades en nuestra protagonista principal.




A partir de aquí, todo se sucede de manera caótica sin que nada ni nadie pueda hacer nada, la impotencia es palpable y sus intentos de proteger a su marido y su intimidad se verán gravemente dañados y vulnerados hasta llegar a un punto limite con una brutal critica feroz al sistema social en el que vivimos actualmente, en la que la exposición publica arrasa con todo y no tiene ningún miramiento moral, todo vale y todo nos pertenece, una alienación de la propiedad intelectual agónica.

La cinta se divide en dos partes una enigmática y psicológica y una segunda exagerada pero necesaria para entender bien eso que quiere que sintamos, digamos que es un díptico en el estilisticamente se nos enseña el principio y el fin de la creación artística en una metáfora pocas veces vista en cine y que sorprende tanto su guión que es perfecto como el empleo de cámara subjetiva que personalmente me suele agotar pero que aquí está milimetricamente estudiado y empleado en su justa medida para sentir esa ansiedad y ese agobio que sufre ella hasta el punto de la autodestrución.




Jennifer Lawrence está esplendida aunque no es su mejor papel, su fragilidad y su mal estar continuo son tan físicos y gráficos que solo hay ojos para ella, como una virgen maternal con su rostro porcelánico, simulando una divinidad inmaculada que regenta la vida del artista pero incapaz de controlar las necesidades del ser humano.

La idea está bien clara y muy concisa, esta obra es un proceso creativo absorvente que puede llegar a ser comparable con su mejor obra El Cisne Negro, en la que la autoexigencia del artista lleva a la completa aniquilación de la persona, alcanzando unos limites de locura y desesperación extenuantes siendo numerosos los puntos de conexion con esta cinta pero no resultan tan redondos, le falta más riesgo, más profundización, tan controvertida que ha sido la cinta donde unos salen horrorizados y otros encantados, a mi me dejó a mitad camino, reconozco su valentía y sensibilidad pero necesitaba que fuera más brutal y desgarradora, que me sacudiera mucho más. También hay que decir que el que espere ver una película de terror no la encontrará y el que no la vea como una metáfora y algo irreal tampoco, de ahí la decepción de muchos, hay que buscarle el sentido del porqué de todo lo que se esta viendo. Para mi la película es correcta, la esperaba mucho más visceral y encontrada de ahí que no sea todo lo brillante que quisiera.




Sin duda es una película necesaria sino dentro de lo mejor del año por la falta de muchas todavía por llegar si que es de obligado visionado, una pequeña joya que pudo haber sido algo mucho más grande. Posiblemente con el tiempo se convierta en cinta de culto pero para eso debe reposar un tiempo. La cinta intenta provocar el lado subjetivo del espectador como cualquier obra de arte que a muchos parecerá incomoda y avasalladora pero que a mi me resulta lógica y comprensible dentro del caos esperpéntico. Como en su día paso con El Árbol de la Vida, obra majestuosa donde las haya, sino te dejas arrastrar y eres participe del juego que propone el director estás perdido y puede resultar totalmente insultante e irrisoria. Simplemente eso señores sientense y que la cámara los seduzca sino por lo menos lo intentaron.

Os dejo con el trailer y una excelente cover de una canción de Patty Smith y que suena justo en el final del film ya que es lo único melodicamente que aparece en la cinta ya que sobre estar acreditado el compositor islandés Johann Johannsson (Sicario, La Llegada) no vemos ninguna BSO al respecto, otro misterio.



NOTA PERSONAL: 8 **** NOTABLE