domingo, 6 de enero de 2019

GREEN BOOK (2018)


Siempre hay una película de las llamadas blancas, de esas gustan a todo el mundo y que no son ni espectacularmente brillantes pero tampoco son un desastre, abarcando a gran parte de público y ponernos a todos de acuerdo, cosa difícil en cine, ya que siempre va en gustos y es muy subjetivo esto. Estamos pues ante la película bonita del año, simple pero que no podrás decir nada malo de ella, al estilo de Criadas y Señoras o Figuras Ocultas (disponible en el blog) y que se colaron entre las mejores del año por ese buenrollismo y estilo algo naif que a todos nos puede gustar sin más pretensión que eso, pasar un buen rato con una buena historia.

Green Book cuenta eso, unos hechos reales, de un pianista negro de renombre y un virtuoso del instrumento, Don Shriley, que interpreta a la perfección Mahershala Ali que ya recibió el Oscar secundario hace 2 años con Moonlight y podría repetir hazaña este, puesto que está mejor aquí que con el que ganó. Dicho pianista, culto y educado vivió en sus propias carnes, si bien no la violencia, si el rechazó de la sociedad americana blanca que por aquellos años estaba tan acusado y en pleno auge del racismo en el comienzo de los 60. A él se unirá una especie de matón italoamericano que parece sacado de una película de Scorsese, Tony Lip, que interpreta Viggo Mortensen con una vis cómica y socarrona que lo hacen candidato también a conseguir su primer Oscar.




El secreto de la cinta está en estos dos actores que afianzan su especial química que, a modo de Paseando a Miss Daisy, ambos conectarán siendo uno chófer del otro en la gira por toda América que realiza el pianista con su trio musical para deleite de la clase alta americana. Es un toma y daca entre ambos que empieza chocando por las distintas visiones que ambos tienen de todo, Viggo, un rudo y sin modales italiano, vehemente y experimentado callejero, comienza teniendo gestos muy racistas como la mayoría, que vive en guetos, ya que los ítalos de Queens o Brooklyn eran también inmigrantes pero se creían más que los negros solo por el color de su piel diferente, bueno ellos y toda América, y enfrente está Ali que representa la cordura, elegancia y saber estar guardando las formas en cada momento pero sin tener la experiencia de las calles ni el rodaje del otro. Ambos se compensaran el uno al otro y se complementaran como una pareja al uso para terminar en el mismo punto ambos, uno rendido ante el otro.




El director no es otro, y no os asustéis, que uno de los famosos tándem de hermanos directores, no, no son los Coen, los Farrelly que todos recordaremos por su desternillante comedia de finales de los 90, Algo Pasa con Mary y aquel memorable flequillo de Cameron Diaz.

Pues bien, Peter se encarga de llevar esta historia verídica a la pantalla de una forma muy liviana, sin grandes alardes ni pretensiones, sencilla, con toques de humor y con menos mala leche de la esperada en ciertos temas, intentando agradar a todos, quizás el único pero de la película. Comienza bebiendo mucho de los grandes maestros del género como Eastwood y Scorsese a los que se parece mucho con ese club llamado Copa y esos camareros vestidos a lo Frankie Valli que recuerdan a sendas películas de estos directores. No será la dirección del año ni posiblemente esté entre las 5 mejores pero si la película estará seguro entre las 9/10 mejores del año, habiendo ganado con anterioridad el Festival de Toronto El National Broad of Review, entrando en los Critic´s Choice, Satellite Awards y Globos de Oro. Sin duda es una de las películas del año, eso si, en un año de los más flojos que recuerdo.




Por último, reseñar la música, como siempre, con una delicia de temas de los 50-60 entre clásicos y música clásica como Debussy invaden ese espíritu sureño que le da a la cinta mucha vitalidad y adorna cada una de las escenas de esta road movie navideña que se hace tan entrañable que dificilmente se le puede decir no, haciendo un repaso a la cultura musical de esos años tan vitales e influyentes para las bandas y música venidera como Little Richard y su Lucille, Aretha Franklin en sus comienzos o el clásico Merry Little Christmas de Frank Sinatra y el bailable Santa Claus is Coming de Frankie Valli & The Four Seasons al que hacia referencia anteriormente.




Os dejo con unas melodías que en principio desconocía pero que me atraen mucho por encarnar el estilo de finales de los 50 donde innumerables bandas grababan éxitos que sonaban en todas las radios del país y que me recuerdan a grandes hits de los Righteous Brothers o a los eternos Roy Orbison y Elvis Presley, así como el propio Don Shirley que aparece en los títulos de crédito finales como todo biopic que se precie.




NOTA PERSONAL: 8 **** NOTABLE